jueves, 12 de agosto de 2010

PALOMARES VACÍOS

Cuando los fuegos se apaguen y las maldades
declinen en sus manías.
O las culebras renuncien a morderse la cola,
quebrado ya el espinazo.
Si por esas deplorables cosas, dolores bastos
inspirasen el deseo,
o lo negasen.
Admitid que episodios lúgubres dispensen
escapularios,
a quien mata y a quien llora.

En tal caso, puede que ruinas de un
establo fatuo
precipitasen revuelcos,
dando lugar a augurales rebuznos
y sueñe su muerte
el sarmiento.
Tal vez aún se proyecte
la augusta sombra del Señor,
asombrado de su obra.
Un labrador, apoyado en su orquilla, diría:
“Vete desvergonzado…
apestas”.

Y ya que estamos en vena,
los europeos podrían repetir
el plato de su destino.
Guerras…incremento de abortos, cirios
y sotanas a buen precio.
Religiones
y testaferros .
A la inversa fuese posible, no obstante
inadmisible.
Mezcolanza de camposanto.
Apátridas a sueldo fijo
y para su peor conciencia…
La vieja y ciega Europa, sin bastón.

En la plaza de las Flores/
Declara un letrero combo/
Las señoritas del pueblo/
atienden en un quilombo/
Cultura de mingitorios.
Fétidos escándalos
de piña y ron.
La única pierna del cojo pateará
el ojo al tuerto
y los soles serán iguales, los
tormentos más ansiosos y los
ruegos del amante,
huellas de lobo en la nieve.

Cuando los fuegos se apaguen,
que mierda importa saber,
qué es una línea recta;
cómo se coloca el condón y
fundamentalmente,
en qué lugar se lo tira.
La carabina ha de atascarse
y habrá que tomar
el puente
a punta de bayoneta.
Una, dos, cien vidas,
en holocausto
del bien,
del justo, del santo.
Final absurdo.

Yo que manyo los bulines
tan mistongos,
tan raneros,
tan sin pilchas, tan fuleros…
cosas de un tal…” Yacaré”.
Basta de tonterías, contesta
el “chivo” Fermín.
Compórtate ante el “Superior”
con el yugo
autoimpuesto de
Louis Amstrong.
Delata el sospechoso a los “boches”
como el miserable Chevalier,
o la Piaf, igualmente
piojosa.
Baja la vista y méate
ante Wilson y Roosevelt…
Cágate en los Yankees
si es que te da el hilo.

El jefe depuesto mira la soga
inclemente;
lo van llevando a palazos.
Su verdugo,
seca su transpiración del cuello,
tantea la cuerda.
Correcto.
Un chiflado, ése,
el que se ha apagado el fuego,
propone aplicar paños fríos:
“Tus pensamientos volarán de tus ojos negros,
vuelve a la calma del tiempo”.





HOY - MI

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